Esquistos, pizarras y filitas

Las rocas metamórficas se forman a partir de otros tipos de rocas, principalmente por presión y por calor. Por ejemplo, la piedra caliza se convierte en mármol.

Cuando la arcilla se cubre con sedimentos nuevos y se comprime durante millones de años se forman esquistos. Gradualmente se convierte en lutita (esquisto arcilloso). Si el proceso sigue, cuando la lutita se comprime y se calienta, se transforma en pizarra y en filitas, y presiones más extremas pueden dar lugar a rocas metamórficas como el gneis, que tienen estructuras en bandas con pliegues o en capas. 

También el talco forma un tipo de esquisto conocido como esteatita bajo presión. 

Las rocas metamórficas se reciclan continuamente, de modo que las lutitas, por ejemplo,  se erosionan y son transportadas para producir nuevas capas de arcilla sedimentaria. A esas “arcillas” se les denomina “esquistos sedimentarios” o esquistos arcillosos y son rocas de grano fino caracterizadas por su laminación, procedentes de esquistos metamórficos que han sufrido meteorización.

En los esquistos metamórficos predominan la mica, la clorita, el talco, anfíboles y grafito, combinados con cuarzo. La mica es el mineral predominante casi siempre. 

Las pizarras y las filitas son, por tanto, esquistos. Las pizarras se emplean en cerámica para formar pastas expansivas mediante la mezcla de harina de pizarra con arcillas plásticas, aprovechando su alta emisión de gases durante su fusión. También se emplean para realizar esmaltes.

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