Los suspensivos son compuestos que actúan aumentando el punto de fluencia de los componentes sólidos de una suspensión. El principal mecanismo que introducen los suspensivos es aumentar la carga iónica en la suspensión de forma que las partículas sólidas son atraídas por estos iones. Podemos decir que se trata de iones floculantes. Aumentan la densidad y la viscosidad de la mezcla.
Utilizar suspensivos en pastas, engobes, coladas y barbotinas no tiene sentido ya que en estas suspensiones las propias partículas de arcilla actúan como suspensivos.
Sin embargo, en muchos esmaltes con un contenido muy bajo en arcillas, los suspensivos son necesarios para lograr estabilidad.
Los mejores suspensivos son las arcillas con tamaño de grano muy pequeño, o lo que es lo mismo con una superficie específica muy grande, que deben añadirse a la suspensión en pequeñas proporciones para que no se altere excesivamente la mezcla ni haya cambios de color en el vidriado resultante. En este sentido se emplea mucho la bentonita, y otras arcillas muy plásticas como la arcilla de bola. El caolín también se emplea mucho, aunque es menos efectivo. Los suspensivos aumentan la tixotropía en los esmaltes y hacen que el secado se produzca más lentamente y con mayor contracción.
Basta añadir un 2% de bentonita a un esmalte para obtener una buena suspensión estable.
Hay que tener en cuenta que los esmaltes con mucha arcilla tienen una alta contracción durante el secado y craquelan, pudiendo despegarse del soporte. Por otro lado, hay esmaltes que no llevan arcilla en su composición, y al añadirla alteramos la naturaleza del vidriado. En ambos casos se añaden aglutinantes orgánicos que evitan estos problemas. Con los aglutinantes podemos utilizar menos arcillas plásticas y mantener buenas propiedades suspensivas y de adherencia, tanto en húmedo como en seco, a las superficies donde se aplican dichos esmaltes.
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