El valor de la viscosidad en un vidriado fundido depende de la temperatura y de su composición.
Para una temperatura determinada hay vidriados viscosos, espesos y rígidos que no se mueven nada respecto a su aplicación sobre el soporte. Otros vidriados, para esa misma temperatura pueden ser muy fluidos (baja viscosidad) de forma que se deslizan o escurren paredes abajo por el soporte.
En cualquier caso, si seguimos aumentando la temperatura disminuirá progresivamente la viscosidad y cualquier vidriado llega a ser muy líquido y fluido. La composición del vidriado, influye en la forma en que cambia la viscosidad con la temperatura.
Otro factor a tener en cuenta es que a medida que aumenta la fluidez, los vidriados son más reactivos y aumenta su poder disolvente. Un vidriado fluido puede atacar y disolver la superficie de la pasta de soporte, y la decoración que haya sobre dicha superficie (engobes y óxidos bajo cubierta). Este ataque puede abrir poros cerrados y liberar gases en forma de burbujas de alta temperatura. Según aumenta la temperatura del vidriado disminuye su viscosidad y aumenta su reactividad.
Si, a la temperatura de maduración, el vidriado es muy viscoso, se dificulta la creación de la zona de interfase con la pasta de soporte y se obtendrán vidriados poco uniformes porque la masa fundida interactúa poco con las partículas cristalinas presentes (pigmentos, materias primas, cristales formados, etc.), de forma que tendrá tendencia a recogerse. Además retendrá burbujas de gases evitando que salgan de él. Un vidriado demasiado viscoso crea superficies con irregularidades y defectos como picaduras, burbujas y cráteres.
Si un vidriado es fluido a la temperatura de cocción, se realizará una buena interfase con el soporte, será reactivo con los cristales presentes durante la fusión, favorecerá la aparición de cristales durante el enfriamiento y tenderá a estirarse para formar una capa uniforme sobre el soporte, pero puede escurrir si se aplica sobre paredes verticales. El vidriado fluido favorece la eliminación de burbujas y el cierre de cráteres que se puedan generar. Un vidriado fluido puede crear superficies lisas sin defectos, o bien superficies irregulares por la proliferación de cristales.
Los vidriados alcalinos se hacen fluidos muy rápidamente al aumentar la temperatura. Esta brusquedad en su cambio de viscosidad se produce de forma que empiecen a cocer y a generar burbujas, disolviendo todo lo que encuentran. Si un vidriado alcalino es coloreado, necesita mayor cantidad de colorantes (pigmentos u óxidos) para obtener el color deseado ya que parte de los colorantes se disuelven en la fusión.
El boro y, sobre todo, el plomo aumentan la fluidez lentamente. Los alcalinotérreos, a partir de una temperatura más alta, aumentan la fluidez muy rápidamente pero su poder disolvente es menor que el de los alcalinos.
La alúmina es el óxido que más aumenta la viscosidad de un vidriado, seguido por el óxido de zirconio y la sílice. Por tanto, para aumentar la viscosidad de un vidriado se puede añadir a su composición cuarzo, feldespato, caolín o arcillas, todos ellos ricos en sílice y alúmina. Los vidriados brillantes con opacidad blanca necesitan ser bastante viscosos, por lo que suelen tener algo más de presencia de sílice-alúmina en su composición, con respecto a los transparentes; además, los opacificantes, especialmente el zirconio, también aumentan la viscosidad.
Los vidriados transparentes deben tener la fluidez necesaria para que puedan escapar todas las burbujas sin dejar marcas de forma que la superficie sea lisa y brillante. Los vidriados cristalinos necesitan mucha fluidez para que los cristales puedan desarrollarse, pero según se van formando cristales la viscosidad va aumentando.
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