Se denominan lustres las coloraciones de brillo metálico, que pueden llegar a producir irisaciones. Son, por tanto, dorados, plateados, y otros brillos metálicos.
Los lustres, en cerámica, se obtienen formando una capa superficial metálica delgada, con grosor semejante a la longitud de onda de la luz visible y con un índice de refracción muy distinto al vidriado sobre el que se deposita la capa, de forma que se producen las irisaciones por refracción e interferencias del haz luminoso.
Las partículas metálicas están compuestas por átomos elementales de un metal, sin carga o con carga neutra, enlazados entre sí por enlaces metálicos. Si partimos de óxidos o de sales, para lograr partículas metálicas, se necesita realizar una cocción en atmósfera de reducción, o bien realizar suspensiones con iones metálicos y traspasar dichos iones a la superficie del vidriado, mediante el intercambio iónico o difusión atómica.
Otra alternativa es utilizar otras formas decorativas no cerámicas, como los dorados obtenidos con pan de oro. Estas técnicas decorativas son mucho menos duraderas que las técnicas que usan una cocción, pero pueden ser un buen recurso decorativo en muchos casos.
La difusión atómica consiste en calentar en el horno una pieza vidriada hasta una temperatura en la que éste se reblandece y permite que se produzca el intercambio de iones entre la suspensión de lustre y el vidriado. Este intercambio atómico se produce en atmósfera oxidante, es decir, no es necesario realizar una reducción.
Mientras que en el vidriado se encuentran iones como los de sodio y potasio, en la suspensión de lustre se encuentran iones metálicos en un solvente graso. Los llamados lustres resinados utilizan como solvente resinatos, pero también hay otros productos con distintos solventes.
Los iones “móviles” del vidriado son susceptibles de ser intercambiados por otros de igual signo presentes en la suspensión cuando se excitan los componentes debido al calor. Se produce una reacción así:
R– A+(sólido) + B+(suspensión) ⇄ R– B+(sólido) + A+(suspensión)
Por ejemplo, si tenemos plata y cobre en la suspensión, se produce el intercambio de iones de Ag+ y/o Cu+ que van desde el lustre resinado y se difunden en el vidriado base, mientras que simultáneamente el vidriado base cede iones Na+ y K+ que van desde el vidriado base a la pasta de lustre.
Esta reacción es reversible, en ella se tiene que cumplir el principio de equivalencia y electroneutralidad, y su cinética es, a veces, lenta.

Después de ese intercambio de iones hay que mantener la temperatura para que los iones metálicos (libres de enlaces con oxígeno) comiencen un proceso de nucleación formando partículas metálicas. La naturaleza de las partículas (de Cu o Ag en el ejemplo), su tamaño y su acumulación afectan al color reflejado por el lustre.
Considerando que un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro, las partículas metálicas que se forman en el vidriado quedan a una distancia de unas pocas decenas de nanómetros de la superficie, o sea, están expuestas a poder ser arrancadas por un simple lavado en lavavajillas.
Los lustres metálicos también se obtienen mediante el uso de óxidos o disoluciones metálicas sometidos a cocciones de reducción. En este caso, un vidriado de lustre se somete a una reducción durante el enfriamiento que solo afecta a la superficie del vidriado produciendo una mezcla superficial de óxidos y partículas metálicas.
Si, en lugar de una capa metálica delgada y superficial, las partículas metálicas que se obtienen en la reducción son muy pequeñas, en lugar de lustres se obtienen colores no metálicos y muy llamativos como es el rojo de cobre, debido a la absorción de fotones de las nanopartículas. En este caso las pequeñísimas partículas metálicas no se encuentran en la superficie sino distribuidas por todo el grosor del vidriado y la reducción realizada no es superficial sino que afecta a todo el vidriado.
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